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El pueblo indígena Izalco en Sonsonate, también conocido como “el pueblo encantado” da lugar cada 22 de enero a una ceremonia ancestral para conmemorar el genocidio cometido contra indígenas y campesinos en 1932. Los tatas y nanas, que son aquellos indígenas de edad adulta, organizan el evento en “El Llanito”, una fosa común, donde reposan una cantidad indefinida de las víctimas de “El levantamiento”, por lo tanto es considerado un espacio sagrado y de respeto. El levantamiento en donde indígenas y campesinos se alzaron en contra el régimen militar de Maximiliano Hernández Martínez, fue a causa de la aguda desigualdad social, política y económica existente para los más desprotegidos a los cuales se les había despojado de sus tierras y violentado sus derechos. Hernández Martínez, dictador y expresidente de El Salvador, ordenó a su gobierno exterminar a todo aquel que tuviera rasgos indígenas y además a aquellos que eran portadores de machetes, por considerarles subversivos, revol